Las emociones nos sirven para enfocar nuestra atención en aspectos del mundo que nos ayudan a salir adelante. Proporcionan información sobre nuestro mundo interior y sobre nuestras relaciones. Para que esta función de supervivencia funcione óptimamente, debemos ser altamente sensibles a las señales emocionales del ambiente. La emociones de una persona se ve afectada por otros. Este efecto es llamado “Contagio Emocional” y proporciona importante introspección sobre porqué es tan importante aprender a manejar las emociones para obtener resultado óptimo.
En las interacciones diarias, ya sea en casa, el trabajo o en la comunidad, las personas inconscientemente envían mensajes acerca de cómo se están sintiendo, y simultáneamente reciben mensajes emocionales que son enviados por otras personas. Estudios recientes han verificado que estas claves emocionales afectan los estados de ánimo de las personas y que por lo tanto, afectan su desempeño.
Sistemas de Contagio del Ánimo
Estudios sobre el ánimo y el comportamiento humano, han mostrado que los sentimientos se dispersan de una persona a otra a través de un número de mecanismos. Por ejemplo, factores de la comunicación no verbal, incluyendo la expresión facial, la postura, y los patrones de comportamiento específico, se han podido relacionar con la transmisión de información emocional entre individuos [3,4]. Además, estudios recientes han mostrado que el ánimo se puede difundir a través de aspectos de la comunicación verbal como el tono de voz [4].
En un estudio reciente realizado por Neumann y Strack (2000), los participantes escucharon un discurso emocionalmente imparcial leído por un actor, utilizando un tono de voz feliz, triste o neutral. Posteriormente, cuando se les pidió que describieran sus emociones, los participantes reportaron tener emociones consistentes con las del orador. Además, cuando se les pidió que describieran su actitud hacia el orador, los participantes describieron consistentemente que el que les gustaba menos era el orador con la voz triste F (2,26) = 11.08, p <.001 (vea Figura 1).
Esta información genera múltiples preguntas. Primeramente, ¿nacen los humanos con una sensibilidad innata hacia las emociones de los demás? Algunos científicos afirman esto. Los niños recién nacidos imitan físicamente las expresiones faciales de sus cuidadores. Mientras este comportamiento ha sido interpretado por algunos como un indicio de sensibilidad emocional instintiva [3], otros argumentan que nuestra sensibilidad hacia las emociones de los demás se desarrolla con el tiempo y la experiencia se encarga de adaptarla y perfeccionarla.
Contagio Emocional Entre Grupos
Con influencia directa en el área de los negocios, la vida social y en lo personal, el contagio emocional se ha convertido en una parte importante en los estudios de dinámicas de grupo. En 2002, Sigal Barsade de la Universidad de Yale, examinó el efecto del contagio emocional en el contexto grupal. En su experimento, un actor entrenado era introducido en el contexto del grupo y se le pedía que representara niveles variables de agrado y energía. Seguidamente, a cada grupo se le asignaba el pago de un bono; se les daba un presupuesto fijo que tenían que gastar y destinar de acuerdo con una serie de criterios de desempeño. Una vez finalizadas las actividades, se les pedía a los participantes completar una autoevaluación de su estado de ánimo. Los resultados del estudio claramente sugirieron que las emociones de un miembro del grupo tenían un efecto inconsciente sobre el estado de ánimo de los otros integrantes del grupo. Esto fue comprobado para los estados de ánimo tanto “positivos” como “negativos” [2].
Existen diferentes opiniones sobre el efecto de la posición de poder / autoridad sobre el contagio del ánimo. Puede ser que aquellos con autoridad y aquellos que son más queridos y respetados por los demás, tienen un mayor efecto. Lo que es claro es que los líderes afectan el ánimo del grupo:
“En un estudio sobre la influencia del contagio del ánimo de un líder de grupo sobre los miembros del grupo, el ánimo positivo del líder afectó positivamente a los miembros del grupo a un nivel tanto personal como colectivo, sucediendo lo opuesto con el líder con ánimo negativo. El ánimo positivo del líder también tuvo una influencia subyacente sobre el esfuerzo y la coordinación del grupo.” (Sy, Côté, & Saavedra, 2005, citado en Barsade & Gibson, 2007).
El Efecto del Ánimo
Dado que el ánimo es contagioso, una consideración importante es el efecto del ánimo sobre el desempeño. Algunos autores se enfocan en la idea que los ánimos “positivos” tienen un efecto positivo sobre el desempeño, sin embargo en algunas circunstancias, un ánimo “negativo” es apropiado.
En el estudio de Barsade discutido anteriormente, un miembro negativo parecía perturbar al grupo y disminuir la eficacia de este, mientras un miembro positivo aumentaba la cooperación, disminuyendo los conflictos del grupo, y mejorando el desempeño durante las tareas. De la misma forma, en un estudio similar, Alice Isen (1993) evaluó a los radiólogos, encontrando que el ánimo positivo incrementaba la precisión de su trabajo. El ánimo positivo tiene un efecto de largo alcance sobre el desempeño, la supervisión, la toma de decisiones en el trabajo y sobre la acción voluntaria de los miembros del grupo para el bien de la organización [7].
Por otro lado, en algunas situaciones, un “ánimo negativo” es más efectivo. Por ejemplo, Elscbach y Barr (1999), encontraron que las personas cuando están con ánimo negativo, utilizan un acercamiento más estructurado para la toma de decisiones. Su resumen de similares se muestra en la Tabla 1 [6].
Tabla 1. Hallazgos de los Efectos del Ánimo Positivo y Negativo sobre la Toma de Decisiones
Ánimo |
Beneficios Potenciales |
Costos Potenciales |
Positivo |
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Negativo |
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Tomado de Elsbach y Barr (1999)
Conclusión
Dado que las emociones funcionan para ayudar en la adaptación de los seres humanos a situaciones sociales, tiene sentido que la emoción de una persona afecte a otra. Tal como se conoce que los animales se benefician de los mensajes sobre riesgo y recompensa que son comunicados de forma rápida, el contagio emocional parece ser adaptativo para que seres humanos puedan funcionar en grupos. Este sistema puede permitir una comunicación rápida de oportunidades y riesgos, mediar una interacción grupal y ayudar a los humanos a prestar atención a las reglas y normas sociales tales como el mantenimiento de una interacción armónica con un aliado poderoso.
La evidencia que muestra que los sentimientos de un individuo afecta a otro – y que estos sentimientos a su vez afectan el desempeño – ilustra la importancia de ser consciente y poder manejar las emociones, especialmente para los líderes, educadores, vendedores, padres, políticos, atletas – realmente cualquier persona a quien le interese su influencia sobre los demás.
Un reto es que este intercambio emocional puede ocurrir de forma inconsciente. En otras palabras, aun si lo sepan o no, las personas se están afectando mutuamente. Si la inteligencia emocional permite a las personas monitorear y manejar este intercambio, desarrollarla mejoraría la habilidad para interactuar exitosamente con los demás.
Referencias:
[1] Bandura, A. (2002). Reflexive empathy: on predicting more than has ever been observed. Behavioral and Brain Sciences, 25, 24-25.
[2] Barsade, S.G. (2002). The ripple effect: Emotional contagion and its influence on group behavior. Administrative Science Quarterly, 47 (4), 644-675.
[3] Gallese, V. (2006). Intentional attunement: A neuropsychological perspective on social cognition and its disruption in autism. Brain Research, 1079. 15-24
[4] Neumann, R., & Strack, F. (2000). “Mood contagion”: The automatic transfer of mood between persons. Journal of Personality and Social Psychology, 79 (2), 211- 223.
[5] Isen, A. (1993). Positive affect and decision making. In M. Lewis & J.M. Havilland (Eds.), The Handbook of Emotion (pp). New York: The Guliford Press.
[6] Elsbach, K., & Barr, P. (1999). Effects of mood on individuals’ use of structure decision protocols. Organization Science, 10 (2), 181-198.
[7] Barsade, S.G., & Gibson, D.E. (2007). Why does affect matter in organizations? Academy of Management Perspectives, 36-59.
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