El silencio es el sol que madura los frutos del alma. No podemos tener una idea exacta del que jamás se calla. -Maurice Maeterlinck.
El silencio, mucho más que algo que se hace en el coaching, es una buena postura de existencia que ofrece un espacio generoso al ser– aunque también sea incomodo o poco familiar para las personas- y es quizás la razón por la cual , el filosofo Heidegger proponía acertadamente, que el silencio significa la máxima expresión de la palabra y la posibilidad máxima de acercamiento al ser.
Pero el silencio también puede ser desconcertante y el coach no está excluido de este efecto. En realidad, el silencio consiste un espacio tan lleno de significados que resulta desafiante mantenerte presente y a la vez fluir con asertividad. En el contexto de coaching, creo que seria de ayuda considerar el silencio, no tanto como una herramienta de valor mediático o práctico, y que consiste en callar lo que sencillamente no es oportuno decir, sino como un estado del ser, algo así como cuando estás animado por una cualidad del ser que te posee completamente.
Para poseer esa cualidad del ser, inevitablemente siento que necesito mobilizar mis fortalezas de autoconciencia, y entonces, me pregunto, ¿qué emociones/ creencias o pensamientos contiene el silencio? En particular, ¿cuáles emociones son significativas para mi, cuando ingreso a este estado? La mirada en este aspecto de la conciencia emocional, me lleva a tomar conciencia de quien soy cuando estoy en silencio, y de qué manera conectarme con mi propia presencia como coach.
“Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar.”
– Ernest Hemingway
Por qué importa vivir el silencio
Desde la perspectiva de la neurociencia, sabemos que el silencio nos otorga la libertad que necesita para descubrir su lugar en su mundo interno y externo. De hecho, la configuración de “fábrica” del cerebro parece ser el modo silencioso, pues este silencio permite al cerebro mantenerse activo internalizando y evaluando información de forma ininterrumpida. Las investigaciones descubrieron que el modo predeterminado también se usa durante el proceso de autorreflexión (Joseph Moran et al, 2013) en donde se puede pensar en cosas más profundas de una manera imaginativa.
Particularmente, he encontrado que cultivar el silencio como una faceta de mí, me permite encontrarme con emociones más sutiles (en mi y en la otra persona) que pasan inadvertidas a veces, debido a mi entusiasmo y a mis ganas de hacer las cosas. En mi propio proceso de autoconocimiento, la postura del silencio me ha permitido la exploración de los confines de ciertos miedos y resistencias a cambiar patrones de creencias con respecto a la necesidad de estar siempre preparada y/o tener una respuesta adecuada en todo momento. La diferencia entre resistir el impulso de interrumpir podría tener consecuencias importantes, ya que, en el peor de los casos, llegaría a distraer el proceso de pensamiento de mi cliente, o inclusive reducir el impacto de una pregunta útil.
Buenas prácticas que incorporan el silencio de forma armónica
Por otro lado, como resultado de esta autoexploración encontré que el silencio me indicaba diferentes transiciones de energía, o estados de disposición como prefiero llamarlos, durante la sesión. Por ejemplo, el silencio prolongado al comienzo de la sesión puede ser un indicativo de que el cliente está aún percibiendo si es seguro participar, o que quedan dudas acerca de la dinámica del contrato en sí. Una práctica que me ha ayudado a brindar confianza y un espacio seguro, es la de enviar un documento con los lineamientos del contrato, y un párrafo reiterando qué es el coaching y qué esperar de este proceso antes del primer encuentro. Luego, al comenzar la sesión, verifico la comprensión de los acuerdos y, específicamente, siempre explico lo que significa la confidencialidad. También le pregunto al cliente si desea agregar algo al acuerdo de coaching. Estos pasos, en el lenguaje del Mapa de Cambio de Six Seconds, significan que la etapa de Atraer se refuerza para crear interés y confianza, incluso antes de la primera sesión de coaching.
Existe otro dato importante respecto al silencio tiene que ver con el estrés y la autorregulación del cuerpo. Antes de iniciar, cualquier sesión de coaching, incluso vía Zoom, que es como se realizan el 100% de las llamadas últimamente, practico unos minutos de silencio, para conectarme con mi respiración y mi Meta Noble. Esto fortalece mi presencia como coach, regula mi nivel de estrés sea el día más agitado que haya tenido, y me prepara para estar al 100% con mi cliente. De hecho, la ciencia lo confirma en un estudio publicado en la revista Heart, en donde se descubrió que incluso dos minutos de silencio pueden resultar incluso más relajantes que escuchar música “relajante”; basados en los hallazgos en los cambios que notaron en la presión arterial y la circulación sanguínea en el cerebro al comparar ambas cosas.
En estos tiempos de aislamiento social, algunos de nosotros hemos tenido más tiempo libre, o espacio para probar cosas nuevas. El silencio nos hace invitación para encontrarnos con el ser que habita en nosotros, y la vez enriquecer nuestra capacidad de estar presentes y conectados con las otras personas. En el coaching, nos permite brindar un terreno fértil y seguro para que las personas evidencien los hallazgos únicos de sí mismas, o como decía Heidegger pensando que el silencio y el ser van entrelazados: “Es precisamente esta intimidad oculta la que es finalmente tocada por el original pensamiento que, más allá del ser y del ente, termina en el silencio.”
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