¿Alguna vez te has sentido perplejo por la forma en que alguien más ha interpretado algo que dijiste o hiciste, y le dio un significado que nunca pretendiste? ¿O tal vez te ha pasado que te has enfurecido por el comentario o la acción de alguien y pensaste que estaban actuando en tu contra por alguna razón?

Tengo un buen ejemplo para ti.

 En esta época de fin de año, especialmente este año con todos los retos con lo que me he encontrado este 2020, me he sorprendido a mi misma subiéndome a la escalera de las conclusiones “rápidas” de forma casi casual, pero con diferentes grados de gravedad en las consecuencias. Al darme cuenta de los resultados de mis acciones no estaban alineados con mi Meta Noble, decidí explorar, desde un lugar de autocompasión, que puede estar pasando con la manera en la que estoy eligiendo los datos para tomar mis decisiones, además de repasar y cuestionar algunas de las narrativas personales y sesgos que me llevan a repetir el mismo patrón, cuando se me presenta un estimulo similar.

 Precisamente, el reconocer los patrones de sentir, pensar y actuar es un ejercicio continuo de autoconciencia; pero cuando sentimos bajo estrés o se dan situaciones que abordan algunos espacios en los que nos sentimos especialmente vulnerables, la salida del estado de autoconciencia es automática. La necesidad de proteger esa vulnerabilidad que se percibe tan intima suele traducirse en decisiones que no ofrecen resultados constructivos, sino que más bien resultan en conductas confusas, poco amables y acaban socavando la confianza.

La escalera de la inferencia

 Una herramienta muy visual y extremadamente útil que me sirvió para observar de cerca esta escalada de emociones es la escalera de la inferencia. En los entrenamientos de Six Seconds normalmente usamos la metáfora de un elevador para describir el ciclo de la reacción, el mismo que se articula paso a paso desde las respuestas corporales y emocionales. La escalera de la inferencia creada por Chris Argyris, me permite agregar más datos al análisis de mis patrones, y observar como ciertas creencias y narrativas de mi realidad tienen un impacto decisivo en mi forma de asumir el mundo y por ende, mi respuesta ante determinados estímulos.    

Voy a describirte una situación típica y veras como peldaño de la escalera lleva a un solo camino: ocultar la vulnerabilidad asumiendo lo que no sabe como verdad absoluta. Diga ¡yo! al que no le haya pasado.

 

 

 Situación: Estoy en el medio de una conversación con una persona que no conozco mucho, pero me interesa. De pronto, esta persona empieza a compartir algunas cosas que me van incomodando. En ese momento, siento que no quiero verme débil (ósea vulnerable) y decido disimular.  Por lo tanto, la persona sigue compartiendo y mi incomodidad va en aumento.  Nos despedimos, y no hice ningún comentario.

Entonces empiezo a subirme por la escalera…

La escalera de la inferencia ( ¡no practicar en casa por favor!)

  1. Datos observables : En mi mente enumero los datos observables; hago memoria de los comentarios que me parecieron fuera de lugar, y también de los buenos momentos.

2. Selección de datos: Tengo la compilación mental de toda la conversación (obvio, con las limitaciones de mi memoria) pero mi atención se centra en resultar aquellos comentarios que considero poco atinados. En este punto, ya no importan todas las otras cosas agradables que forman parte del todo

3. Hago suposiciones : Dado los hechos que asumo como verdaderos, empiezo a asumir que a esta persona no le importan mis sentimientos

4.  Saco Mis conclusiones:  Mi conclusión “lógica” es que esta persona dice esas cosas porque no le importa lo que yo siento por falta de consideración, cariño o cuidado.  O simplemente quizás esta persona no disfruta tanto de mi compañía, y no repara en lo que dice

5.  Adopción de creencias:  Este es un lugar peligroso, en el que empiezo a reforzar la idea de que no soy suficiente, quizás debería ser diferente para ser tenida en cuenta. La situación se personaliza, y esta creencia de que se trata de se va reforzando en mis conexiones neuronales a nivel fisiológico y químico.

 Lo que sucede aquí es que tus creencias tienden a reforzar los datos que seleccionas y cómo los interpretas, lo que significa que se convierte en un ciclo de retroalimentación positiva. En este sentido, “positivo” no es necesariamente “bueno”. En cambio, significa que la retroalimentación impulsa el proceso hacia adelante en lugar de detenerlo y, por lo tanto, confirma lo que ya cree. El problema con la adopción de creencias es que, a la larga, seguirá influenciando la forma en la que selecciono los datos relevantes en situaciones futuras.  Es decir, en este proceso, voy a crear un estado mental que se enfoque solamente en datos que corroboren mi creencia. ¡Qué peligro!

 6. Tomo acción: Al llegar a este nivel a veces es difícil recordar los hechos concretos que nos impulsaron hacia el tope de la escalera. En este punto, el efecto en  la relación con la persona se manifiesta porque dejo de interactuar, compartir ideas o inclusive llego a culparla sin haber dado ninguna explicación.  

 ¿Qué puede hacer para evitar subir la escalera de la inferencia o ayudar a otros a evitarla?

En primer lugar, entender que el cerebro se encuentra en la búsqueda de certezas y confirmación todo el tiempo.  Una de esas fuentes de significado viene de inferir lo que las otros dicen y hacen, basándose en su experiencia pasada. Si no usáramos la experiencia para ayudarnos a interpretar el mundo, estaríamos absolutamente perdidos y tendríamos que empezar de cero cada vez. Nadie podría “aprender de la experiencia” en absoluto.

Segundo punto: las situaciones y las personas no son todas iguales. Si bien podemos construir significados nuevos desde las experiencias pasadas esto tiene en si ciertas limitaciones, por eso el utilizar las habilidades de inteligencia emocional para entender las peculiaridades de cada situación es indispensable. Desde mi experiencia personal, el Modelo de Inteligencia Emocional de Six Seconds y sus herramientas pueden ayudar a detener el ciclo destructivo de la escalera de la inferencia, al brindar un marco conceptual y estrategias de acción para considerar tres áreas fundamentales de nuestra relación con el mundo:

Conócete a ti mismoAutoconciencia – conectar con las emociones, validarlas y darles el espacio necesario; así como ser capaz de anticipar los patrones. ¿qué estoy sintiendo?

Elígete a ti mismoAutogestión – tomar acciones basada en las intenciones reales ¿qué me gustaría lograr con esta decisión? ¿es realmente lo que deseo?

Entrégate a ti mismoAutodirección – guiarse por la brújula interna que me guía en la dirección en la que deseo ir. ¿de qué manera va a impactar esta decisión en lo que deseo lograr de esta interacción?

El Modelo de EQ de Six Seconds Model se trata de 3 actividades primarias: ser más consciente, tener más intención y más propósito. Es CEE en español: Conocer, Elegir, Entregar. Estas tres simples preguntas, me ayudan a recorrer este proceso desde cualquier situación que se presente en mi vida diaria. Para una mirada más profunda a estas tres preguntas, les recomiendo leer este artículo, Empieza a poner EQ en acción

Finalmente, algo que yo misma no había considerado sino hasta muy poco tiempo: la necesidad de soltar la armadura impenetrable y encontrarme con la vulnerabilidad. Este aspecto es crucial para la salud de las relaciones interpersonales pues te permite conectarte desde un lugar de autenticidad, y esto genera una conexión humana que se percibe genuina y segura para las personas que interactúan contigo. Lamentablemente, la vulnerabilidad también se percibe como una debilidad en nuestra sociedad. La investigadora Brenee Brown describe este paradigma como un estado de “exposición emocional que resulta muy incierta e incómoda para los seres humanos”. La paradoja es que la vulnerabilidad es precisamente también el origen de la valentía, aquella cualidad que nos permite navegar las emociones incómodas y actuar con apertura y curiosidad para desarrollar relaciones de mutua confianza, pertenencia y bienestar.

 Si has llegado hasta acá, me imagino que te estarás preguntado como podría haberse visto esta misma situación mirada con mayor inteligencia emocional:

Situación: Estoy en el medio de una conversación con una persona que no conozco mucho, pero me interesa. De pronto, esta persona empieza a compartir algunas cosas que me van incomodando.

Conócete a ti mismo – me pregunto que estoy sintiendo, ¿qué me están queriendo decir esas emociones y porque temo que me hagan “ver” débil?  A veces no hay tiempo para hacer una exploración exhaustiva, pero quizás haya una o dos emociones que sean las más distintivas. Luego las valido con compasión (si las siento son reales para mí) y las incorporo a mi realidad, ahí están, existen.

 Si tuviera más tiempo y espacio, podría también identificar un patrón similar si es que lo hubiera:

                  Cuando _____ yo _____.

Elígete a ti mismo – sabiendo lo que siento, articulo una manera de comunicarme con esta persona poniendo limites con gentileza y claridad.  El optimismo me ayuda a encontrar diferentes maneras de ver la situación desde otros puntos de vista, y refuerza mi capacidad de mostrarme vulnerable y expresar cómo me esta afectando la situación.   

Entrégate a ti mismo –   me conecto con mis deseos de seguir conociendo a esta persona, y con mi curiosidad para entender sus comentarios desde la empatía y no el juicio o el victimismo. ¿qué tan importante es este momento comparado con la dirección en la que me gustaría avanzar?

 

Claramente es más sencillo decirlo que practicarlo, pues en momentos de estrés revertimos al patrón original. Bien dice la famosa meditadora Sharon Salzberg que, aunque sea preciso empezar miles de veces, no hay problema en ello, pues esa es la Práctica. Quizás una buena manera de ver esto con optimismo es entender que cada vez que nos desafiamos a sentir, pensar y hacer las cosas de otra manera nos encontramos ante la maravilla de la neuroplasticidad y de la posibilidad de vivir con mayor conciencia, intención y propósito.

 

¡Buena suerte y a seguir practicando! 

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