Cuando Eric Fromm inicia El Arte de Amar con: “La gente cree que amar es sencillo y que lo difícil es encontrar un objeto apropiado para amar -o para ser amado por él-“, cumple a cabalidad el objetivo de aterrizarnos en la realidad y por ende obligarnos a sentir que somos todos un poco neófitos en el arte de amar. Aunque cada uno de nosotros tiene un fragmento de ese conocimiento, e inclusive uniendo todas las partes, no pudiéramos abarcar la totalidad de un concepto que desborda las palabras y excede toda posibilidad de alcanzar una definición única y estándar.
Por supuesto, existe una razón para esto. Puesto que el amor toma la forma única de quien lo encarna, no hay una sola manera de amar; sin embargo, creo que, el tipo de emociones que se manifiestan como resultado de la forma en que amamos, nos dan una señal más o menos veraz del impacto tanto en la persona que ama, como en el sujeto amado. Por ejemplo, al preguntarnos, ¿cuántos de nuestros actuales relacionamientos de pareja, familia y amistades nos aportan una conexión nutritiva que conduce al bienestar y al sentido de pertenencia?
Es decir, ¿podríamos ser capaces de aprender a amar de mejor manera?
Leo Buscaglia escribió alguna vez, el amor exige los brazos abiertos. Me parece que esto es válido tanto para acoger lo nuevo, como para dejar ir aquello que no me sirve. Por eso mismo la idea de repensar nuestra forma de amar dentro del marco de la inteligencia emocional no parece tan descabellada. Después de todo la metodología y los programas de Six Seconds han acompañado a miles de personas a transitar el cambio con autenticidad para vivir con más conciencia, intención y propósito.
Otro de las grandes verdades con las que Fromm nos desarma, es esa idea de que el amor idílico, instantáneo y eterno no existe. En vez de eso, define al amor como una especie de obra de arte, algo que se co- crea y se construye practicando en el día a día. Este ejercicio constante refleja uno de los principios de la Filosofía de Six Seconds: El proceso es el contenido y se refuerza mediante una serie de habilidades (socioemocionales), las mismas que seguramente ya estamos utilizando en otros contextos de la vida, aunque para objetivos diferentes. Por lo tanto, quisiera que tengas la total certeza de que tanto el autoconocimiento, la autorregulación, la autonomía, la empatía y la colaboración entre otras son practicas transversales a la práctica del amor en todas las esferas de tu vida.
Cuando estamos inmersos dentro de vínculos personales, nuestros “resultados” (lo que llamamos desempeño en el ambiente laboral) se entiende como: riqueza de intercambios, calidad de comunicación y vitalidad de las experiencias compartidas a lo largo del vinculo. Robert Waldinger, el cuarto investigador en tomar la posta del estudio longitudinal de la Felicidad en Harvard afirma que “lo importante para mantenernos felices y saludables a lo largo de la vida, es la calidad de nuestras relaciones”.
Mejorando la práctica del amor: una invitación a elegirte a ti mismo
Debido a que amar no es solo querer, sino también comprender (¡gracias Francoise Sagan!) es importante explorar la forma en que uno se aproxima al amor, tanto en los sentimientos que se generan, como en los pensamientos y las acciones que lo sustentan. Un marco de exploración que he venido usando con cientos de personas (… ¡y primero que nada empezando conmigo misma!) es el Modelo de Inteligencia Emocional de Six Seconds ya que facilita a las personas a tomar conciencia del equilibrio que se requiere para ser consistente en vivir desde los valores y la autenticidad. En otras palabras, la formula individual es personal y tiene que ver con los valores específicos de cada uno, pero el proceso es poderoso y flexible, permitiendo una indagación profunda al usar tres preguntas fundamentales:
Qué: Lo que siento, las emociones, como filtros de ver, sentir y narrarme el mundo que vienen conmigo.
Cómo: La forma en me que relaciono con lo que siento, con respecto a mi y a mis vínculos afectivos.
Por qué: La visión y la dirección en que la que deseo ir con respecto a mis vínculos.
Cada una de estas preguntas corresponde a un área del Modelo, las mismas que ofrecen herramientas, oportunidades y espacios únicos de indagación a través de las habilidades socioemocionales que se plantean en cada una:
La forma sistemática de abordar el amor desde la inteligencia emocional refuerza el poderoso argumento acerca de que el proceso es el contenido. No existe un botón ni una pastilla mágica, ni siquiera un bien intencionado deseo que pueda transformar lo que no se aborda con herramientas estratégicas de cambio, paso a paso, con cuidadoso detalle.
En la neurociencia del cerebro funciona bien esa frase de que el diablo está en los detalles, pues curiosamente existe una teoría que sostiene que la tendencia del cerebro humano es desechar casi el 95 % de la información que recibe, y que por tanto, la realidad no se “reconstruye” sino que el cerebro la “simula”. Imagínate entonces porque es tan difícil amar con inteligencia emocional, si nuestra percepción está expuesta a tantas ilusiones de la mente. Pero eso no es todo, si a eso le agregamos que naturalmente nos alejamos de lo incómodo y poco placentero, es entendible que nos aferremos a antiguos esquemas del tipo: “yo soy como soy y así me quieren” o “me presionan los botones”.
En este mes de febrero, cuando algunos millones de personas celebran el día del amor y la amistad, puede ser también el momento idóneo para reflexionar acerca de lo que queremos cambiar y mejorar con respecto a nuestros los vínculos afectivos y al mundo de las relaciones interpersonales. Se ha escrito tanto acerca del amor a lo largo de la historia de la humanidad, incluso aceptamos que es una de las fuerzas más potentes en la naturaleza , por lo tanto, no puedo dejar de soñar con lo maravilloso que sería, que a través de nuestra práctica emocionalmente inteligente del amor podamos canalizar esa gran fuerza para hacer de este mundo un lugar mejor inspirando a 1000 millones de personas para practicar la inteligencia emocional.