Llegamos al mundo llorando. Espero que no te quede duda de esto (existe amplia evidencia anecdótica).
De hecho, también sabemos que, en el transcurso de un día, tu cuerpo produce entre 5-10 onzas de lágrimas, incluso si no derramas una sola.
Fisiológicamente, las lágrimas cumplen una variedad de funciones bien documentadas en todos los seres humanos, sin distinción de género, edad o raza: lubrican los ojos, suministran oxígeno y nutrientes, y eliminan los productos de desecho. Las lágrimas también ayudan a observar con nitidez pues suavizan las irregularidades en la superficie del globo ocular. Además son también un mecanismo de defensa, ya que sus anticuerpos, enzimas y otros componentes inmunes ayudan a proteger los ojos contra los microorganismos.
Pero las lágrimas son mucho más que eso, y en general la lectura que hacemos de ellas tiene poco que ver con la fisiología del cuerpo y mucho más con la percepción emocional y el valor que se les asigna dentro de la cultura de las personas.
Imagínate que te pegas en el dedo con un martillo. Seguramente, esto ocasionará algunas (o muchas) lágrimas debido a que tu cerebro al percibir el dolor enviará un mensaje a la zona productora este líquido. Sin embargo, más de allá de eso, estas lagrimitas, también llamadas lágrimas de reflejo, no tienen ningún impacto en el centro emocional de tu cerebro.
El llanto, en cambio, puede definirse científicamente como el derramamiento de las lágrimas en respuesta a un estado emocional; muy diferente de “lagrimeo”, que es el derramamiento no emocional de lágrimas. Lo que sucede es que el aparato productor de lágrimas es el mismo, pero se vincula de diferentes formas con el centro emocional en el cerebro, así que estas lágrimas que derramamos por estados de intensidad emocional se llaman lágrimas psicógenas y obedecen a una lógica totalmente diferente a cualquier otro tipo de lágrima en el ser humano.
Las Lágrimas Te Ayudan a Liberar el Estrés
El llanto es una forma de comunicar necesidades y atraer la atención de los demás, al menos en los primeros años de vida, y puede ser un medio para liberar la tensión emocional. Según una investigación de la década de 1980, las lágrimas psicógenas difieren en su composición de otras lágrimas y se teoriza que llorar puede ser una forma de liberar al cuerpo de químicos relacionados con el estrés. Debo decirte que los niños y las niñas lloran con la misma frecuencia. Además, un gran número de estudios explican que las mujeres lloran más que los hombres debido a razones culturales y de condicionamiento social. Es decir, la forma en que las personas expresan emociones, en general, depende en gran medida de factores culturales y psicológicos.
Es muy interesante que de acuerdo con las investigaciones, estas lágrimas emocionales tienen una composición química diferente a las otras clases de lágrimas. Es decir, que las lágrimas “reflejas” se componen principalmente de agua (aproximadamente 98% de H2O), mientras que las lágrimas emocionales tienen niveles más altos de productos químicos como la prolactina, las hormonas adrenocorticotrópicas (ACTH) y la leucina-encefalina. La ACTH, secretada y producida por la glándula pituitaria anterior, a menudo se produce en respuesta al estrés biológico. La leucina-encefalina es una endorfina que reduce el dolor y trabaja para mejorar el estado de ánimo. Aunque la investigación en esta área es bastante limitada, una teoría relacionada con los hallazgos anteriores sugiere que llorar es uno de los mecanismos de nuestro cuerpo para literalmente eliminar el estrés.
Echando por Tierra el Argumento de Los Niños No Lloran
El marco de la cultura ofrece a veces grandes limitantes para la expresión de las lágrimas en los hombres, quienes desde niños son condicionados con mensajes claros acerca de que tipo de emociones son aceptables, y cómo deben comunicarse. Sin embargo, es un hecho comprobado por la ciencia que las lágrimas emocionales contienen prolactina, la hormona que libera la glándula pituitaria para estimular la producción de leche después del parto.
¿Te tomé por sorpresa? Este es un gran argumento basado en ciencia, implicando un nuevo entendimiento del valor de aceptar las lágrimas emocionales como parte de las muchas formas de comunicar del ser humano. La inteligencia emocional basada en neurociencia nos permite usar estos hallazgos para crear (auto)conciencia acerca del valor de las emociones como datos válidos y relevantes para todos los seres humanos.
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