Inteligencia Emocional en Tiempos de Crisis

Tres perspectivas diferentes: conocer, elegir y entregar

 

 

Entrando a una semana más de “distanciamiento social”, soy una más de los millones de seres humanos que desde nuestras casas empezamos a percibir el tiempo como un gran domingo que nos marca los limites. La omnipotencia del individuo, su libertad de desplazamiento y todas sus otras libertades quedan en suspenso; todo esto genera una variedad de reacciones y respuestas – y cada una es válida desde nuestra singularidad como personas. Emocionalmente, para muchos de nosotros el estado de asombro ha pasado a ser un portal para resignificar nuestras prácticas cotidianas, y de alguna manera poner las barbas de nuestra supuesta grandeza, en remojo.

 

Quizás sean buenas noticias después de todo.

El tiempo está desencajado (“Time is out of joint…”) decía Shakespeare en Hamlet. Ciertamente, a pesar de que en muchos hogares y equipos de trabajo ya están organizándose con la nueva normalidad, esta pandemia es una especie de paréntesis de lo que ya era una rutina en el mundo: la industrialización del tiempo, fenómeno que había adueñado de nuestros espacios más íntimos, reglamentando que para tener (y ser de) valor hay que estar haciendo algo constantemente, y que perder el tiempo, es una idea absurda e ilógica.

Precisamente y a propósito de cómo pasar el tiempo de la cuarentena, hace unos días escuché a Pepe Mujica, ex Presidente del Uruguay, proponer  “hablar con aquel que llevas adentro”. Sabias palabras.  La autoconsciencia me conecta con aquel yo singular; aquel que me hace único e irrepetible, reconociendo las emociones, pensamientos y actitudes que conforman mi YO integral. Muy posiblemente desde mi autoconocimiento podré entonces plantearme los dilemas que esta crisis global ha puesto sobre la mesa empezando por la validez de mis emociones como fuente de datos y el reconocimiento de la otredad de mis semejantes. Por lo tanto,  la consciencia de mis emociones, tanto como mis percepciones, pensamientos y valores me brindan información valiosa para entender cómo puedo reconciliar mis expectativas con el bien común, con la responsabilidad ciudadana e incrementar la empatía del uno con el otro. ¿Cuáles son mis opciones para lograr una manera de vivir sin sucumbir al individualismo y la desconexión?

Digamos que antes de la pesadilla del Covid19, cuando no había tiempo para nada, estos dilemas eran por decir lo menos, periféricos para muchos y hasta considerados filosóficos. Con justa razón, Karl Jasper decía que hay tres variables que empujan a los seres humanos a replantearse cuestiones de su existencia: el asombro, la duda y las situaciones limites.  Incluso, a juzgar por los testimonios de quienes se encuentran en la primera fila de contención de la epidemia, el personal médico y de seguridad, el asombro ha sido sustituidos por el horror.

Ser mi mejor versión usando inteligencia emocional

 

Por lo tanto, ante la crudeza y la intensidad de todas estas emociones que nos ponen en jaque, la inteligencia emocional puede brindarnos ese espacio de esperanza para seguir conectándonos con la intención y el propósito.  El Modelo de Six Seconds presenta tres marcos de enfoque que son útiles para gestionar mis emociones y tomar mejores decisiones, más en línea con quien soy y cómo deseo proyectarme al mundo. 

Primero, reconociendo las emociones de mi estado de asombro, mis resistencias, y los patrones que refuerzan la incertidumbre y el miedo. ¿Con qué estrategias cuento para reconocer cuando empiezo a entrar en el trance del miedo y mi percepción se estrecha? Cuando esto sucede, en mi cerebro disminuye la actividad de la corteza prefrontal, y entonces es increíblemente retador mantener la apertura a la colaboración y a la solidaridad, pues estas actitudes se sustentan con la empatía.

La segunda perspectiva es la capacidad de elegir mejores alternativas, actitudes que honren mi Yo singular pero alineadas con intención. Por ejemplo, a muchos de nosotros nos causa disgusto, indignación y hasta asco la forma en que se está lidiando con esta crisis en diferentes espacios; sea porque hay quienes no respetan la distancia física, o las regulaciones de los diferentes países, etc.  Visto así, entonces ¿cuáles son mis mejores opciones para atravesar todo esto? ¿qué puedo hacer para mejorar la convivencia en casa o la dinámica de equipo con mis compañeros de trabajo?  Quiero pensar que esta puede ser el área de mayor oportunidad en estos momentos, en vista de que el tiempo se encuentra parcialmente congelado y estamos recluidos en nuestras casas.  Entonces, puedo probar alguna (o todas) de estas tres estrategias:

  • Escucha con todo tu ser – la escucha activa se trata de escuchar no solamente lo que dicen las palabras, pero fijarse además en el lenguaje no verbal de las emociones.
  • Evita controlar – permítete disfrutar y ser flexible con tu tiempo.
  • Pregunta sin juzgar – a la vez que escuchas de forma activa, ejercitas tu curiosidad y evitas suponer o asumir lo que no es.

 Finalmente, mi tercera perspectiva es la del propósito.  ¿Cómo pretendo salir de esta crisis? No solamente pensando en lo material, sino en que oportunidades me está brindando este hiato del tiempo. No se trata de auto exigirme aprender un nuevo idioma en un mes, o hacerme diestro en algo nuevo en tiempo record para “aprovechar” el tiempo. Pero, si ejercito mi empatía, empezando conmigo misma y re evalúo algunos aspectos de mi vida, estaría definitivamente enfocándome en mi propósito. Claro, esto será más eficiente si consigo re enmarcar mi perspectiva de la situación, es decir repensarla como una realidad desafiante en vez de una amenaza contra la que no puedo hacer mucho.

Realmente, son instancias muy diferentes, psicológica y biológicamente, pues si me siento amenazada toda mi creatividad e innovación se verán bloqueadas, es decir cero perspectivas de pensar a futuro si debo sobrevivir hoy. Por el contrario, cuando le cambio de marco a toda la situación y la miro como a un desafío, soy capaz de mantener el enfoque y hacerle frente a la crisis. Inclusive biológicamente esa perspectiva me genera bioquímicos diferentes y mi cerebro recibe un mayor influjo de oxigeno.

Mientras seguimos viviendo en esta especie de paréntesis incierto, puedo ser capaz de ver algunas cosas con renovada claridad: el valor de reencontrarme con lo que es verdaderamente importante en mi vida y de conectar cada vez más con la gran lección de este virus: todos estamos conectados más allá de las fronteras, razas e ideologías. Además, tengo la esperanza de que cuando esto termine, muchas más personas sientan como verdadera esa famosa frase de Hemingway que dice: no hay nada noble en ser superior a tu prójimo; la verdadera nobleza es ser superior a tu yo anterior.

 

Practicando tu Inteligencia Emocional es un ebook          gratuito que contiene excelentes estrategias para empezar a poner en acción tu inteligencia emocional.