Con base en las fascinantes investigaciones de neurología y psicología, aquí presentamos siete ideas para mejorar su proceso de toma de decisiones:
1. Generar al menos tres posibles opciones. Según una investigación de la Universidad Estatal de Ohio, tomamos mejores decisiones cuando generamos al menos 3 opciones para considerar. La Dra. Therese Houston, una experta en la toma de decisiones y autora de Cómo Deciden las Mujeres, resume el problema de esta manera: “Con demasiada frecuencia, sólo nos damos una opción y nos engañamos a nosotros mismos al pensar que en realidad son dos. ¿Debo hacerlo o no? “En realidad, sólo estamos poniendo una opción sobre la mesa: voy a hacer este cambio o me quedaré quieto. Pero si en lugar de esto, la persona se da tres opciones, eso ayuda a pensar como se dice “fuera de la caja”.
Luego utilizó este ejemplo relacionado con el área de los negocios: “Su empresa está pensando en construir un estacionamiento. Entonces, en lugar de simplemente ponernos dos opciones para decidir: si construimos o no un estacionamiento, habría que tener tres opciones: construir un estacionamiento, o darles a todos los empleados una subvención de autobús. O ¿deberíamos dar a nuestros empleados la opción de trabajar desde casa un día a la semana? Todas las alternativas se enmarcan dentro de la habilidad de la inteligencia emocional de ejercer el optimismo en lo que hacemos: la capacidad de generar nuevas opciones e inventar soluciones a problemas que parecen imposibles de ser resueltos.
Si quiere aumentar sus opciones, practique el generar al menos 3 opciones posibles. Puede incluso anotarlas en unos Post Its y analizarlas una al lado de la otra.
2. Dejar las emociones fuera del proceso de toma de decisiones es un total fracaso. Para tomar buenas decisiones, simplemente se necesita “ser racional” y “mantener las emociones fuera de tema”, ¿verdad? Eso es lo que la mayoría de nosotros, incluido yo misma, hemos aprendido. Y por muchas décadas, esa ha sido la forma de pensar preponderante en la comunidad científica: la cognición y la emoción son dos sistemas separados en el cerebro, y tenemos que evitar a toda costa que nuestras emociones interfieran con nuestros procesos cognitivos de alto nivel.
El único problema es que esto ha resultado ser completamente incorrecto. Dejar las emociones fuera del proceso, no sólo no es bueno para la toma de decisiones; sino que puede representar un desastre. En un fascinante estudio de pacientes con daño cerebral en una parte específica del lóbulo frontal, los investigadores encontraron que el pensamiento racional es de poco uso práctico sin la existencia de las emociones. Estos pacientes no perdieron sus habilidades de razonamiento lógico, sabían lo que hacía una buena inversión comercial, las normas sociales que deberían guiar el comportamiento de uno, etc., pero sin conocimiento emocional para guiar el proceso de razonamiento (que perdieron debido al daño cerebral que sufrieron), continuamente tomaron decisiones desfavorables. Las emociones no se interponen en el camino de la cognición, sino que sirven como una fuerza estabilizadora y motivadora para poner el pensamiento lógico en acción.
Dejar las emociones fuera de esto conduce a malas decisiones. Una manera mucho mejor y más inteligente es considerar a sus emociones es una fuente de datos. Entonces, cuando uno se encuentra tomando una decisión, es importante valorar todos los datos relevantes que se puedan obtener.
3. Ser consciente del estado emocional es muy importante. Aunque dejar las emociones fuera de las decisiones no es lo óptimo ni lo más eficiente, las emociones tampoco son neutras al proceso. Por ejemplo, un creciente cuerpo de investigación muestra que las diferentes emociones impactan nuestra toma de decisiones de una manera realmente profunda. Por lo tanto, para ser un experto en la toma de decisiones, una persona debe ser capaz de reconocer y nombrar lo que siente, y comprender cómo eso que siente podría influir en sus decisiones, a menudo de manera inconsciente.
La ira, por ejemplo, tiende a infundir confianza y hacer que las personas estén más dispuestas a actuar. Las personas enojadas son más propensas a correr riesgos y minimizar el daño potencial de esos riesgos. Sé que definitivamente he tomado decisiones imprudentes cuando estoy enojado, y luego me arrepentí. El exceso de confianza (en tener la razón por ejemplo) puede ser fatal para tomar buenas decisiones.
La tristeza, por otro lado, tiende a fomentar el pensamiento sistemático: “por un lado, x, pero por otro lado, y”. Las personas tristes son más propensas a evaluar y comparar todas las opciones. Sin embargo, esto llevado al extremo puede ser paralizante.
El miedo tiende a limitar las opciones que vemos frente a nosotros, debido a la activación de la amígdala nuestros cerebros solo pueden elegir opciones basadas en nuestros patrones previamente almacenados.
La felicidad incluso nos vuelve parciales. Las investigaciones han encontrado que la felicidad tiende a hacer que la gente sea más crédula. De acuerdo con una serie de estudios, las personas felices son más propensas a confiar en la duración de un mensaje, o en el atractivo o la simpatía de la fuente, en lugar de su calidad.
No hay un estado de ánimo bueno o malo para tomar decisiones, aunque el miedo es una emoción que puede ser bastante limitante; la clave es estar consciente de lo que uno siente y cómo podría eso afectar el proceso de toma de decisiones. Y otro truco, una vez que se etiqueta lo que se siente, se procesan mejor las emociones.
4. Nombrar emociones calma la amígdala y aumenta las posibilidades.Cuando nombramos nuestras emociones y decimos: “Estoy frustrado” o “Estoy enojado” en realidad disminuye la intensidad de ese sentimiento y nos abre la puerta para que combinemos pensar y sentir de una manera más óptima. Fisiológicamente, esto es lo que sucede … Cuando sentimos una emoción fuerte, nuestra amígdala, que es el centro de respuesta “luchar, huir o congelar” se activa. Pero esa es una parte del cerebro diseñada para tomar decisiones rápidas y que en caso sea necesario nos salve la vida.Po lo tanto sólo podemos elegir opciones basadas en patrones previamente almacenados. Eso viene de maravillas cuando alguien se encuentra huyendo de un tigre: no necesitas tantas opciones, y la velocidad es esencial. Pero cuando se trata de estrés de naturaleza más compleja, es una catástrofe para la toma de decisiones. Etiquetar lo que se siente calma la amígdala y activa la corteza cerebral, la parte pensante del cerebro, para que poder generar la capacidad de crear opciones, esenciales para la toma de decisiones.
Si uno lo expresa como es en realidad, validando: “Me siento enojado, triste o frustrado” se encuentra calmando a la amígdala y abriendo una puerta para usar la inteligencia emocional y tomar las mejores decisiones posibles. Para obtener más información sobre el poder de nombrar las emociones, consulte El poder de nombrar las emociones.
5. Detenerse para una pausa incluso una fracción de segundo proporciona una ventana de tiempo para concentrarse en lo que es importante. La investigación del Dr. Jack Grinband en la Universidad de California Davis ha encontrado que “posponer el comienzo del proceso de decisión en tan sólo de 50 a 100 milisegundos permite al cerebro centrar la atención en la información más relevante y bloquear elementos de distracción irrelevantes”. Teniendo en cuenta el hecho de que filtramos más del 99% del estímulo que llega a nuestros sentidos todos los días, tiene sentido que algunas veces tomemos malas decisiones debido a que no nos enfocamos en la información más relevante. Y a pesar de que una pausa de un par de segundos puede ser útil, recomendamos hacer una pausa de seis segundos: la cantidad de tiempo que los químicos emocionales se absorben completamente después de su liberación en las células. Es así como nuestra comunidad sin fines de lucro Six Seconds, obtuvo su nombre
Hacer una pausa durante seis segundos no solo da tiempo para enfocarse en lo que es inmediatamente relevante, sino que también puede dar un paso atrás y pensar en la figura/ situación completa. En el Modelo de Inteligencia Emocional de Six Seconds , esto se encuentra relacionado a la habilidad de perseguir metas nobles, es decir conectando las elecciones diarias con un propósito más fundamental. Cuando hace una pausa para hacer eso, va a tomar decisiones más auténticas y poderosas basadas en sus objetivos a largo plazo. Es algo realmente poderoso.
6. Reconocer el propio sesgo inconsciente nos evita errores de atribución. El ejemplo más común de esto es el hambre y la tendencia a pensar las cosas como peores o más negativas cuando tenemos hambre de lo que normalmente lo haríamos. De ahí que la nueva palabra inglesa “hangry” denote básicamente estar enojado o frustrado cuando se siente hambre. Pero a menos que seamos conscientes de que estamos hambrientos y de cómo esto podría afectarnos, simplemente interpretamos el mundo y tomamos decisiones de forma parcial, sin saberlo. Y esto es más común de lo que imaginamos, nos pasa a diario. Consideremos estos ejemplos – todos alarmantes- del mundo de la investigaciones actuales:
Un estudio en Israel encontró que existe una correlación entre la hora del almuerzo, es decir cuán recientemente habían almorzado los miembros del comité y las decisiones de otorgar la libertad condicional (o no) y la reciente participación de los miembros . Tal cuál. La decisión sobre la libertad de las personas estuvo fuertemente influenciada por el hambre y las personas que tomaban la decisión no lo sabían. Un estudio de oficiales de admisión a la universidad en los Estados Unidos encontró de manera similar que la hora del día en que los oficiales califican las solicitudes de ingreso juegan un papel importante en la determinación de cómo van a ser calificados estos postulantes. Y finalmente, un estudio de la Universidad de Toronto en Canadá encontró que los factores externos pueden sesgar nuestras percepciones. Descubrieron que el brillo de una habitación tendía a amplificar las emociones de las personas e influir en las decisiones que tomaban acerca el sabor picante de los alimentos y el atractivo de las personas. Todos estos estudios apuntan al mismo hallazgo: el sesgo inconsciente es real, y la única solución es hacer brillar la luz de la conciencia sobre él. Deberíamos preguntarnos incluso, “¿Cuáles son algunos aspectos de mi estado externo o interno en este momento que podrían afectar mi toma de decisiones?”
Y si no está seguro, espere hasta después del almuerzo o hasta que esté en un lugar con iluminación más tenue , y luego tome una decisión.
7. Tomar distancia de la situación completamente, aunque sea por un momento, conduce a decisiones mejores y más sabias.¿Alguna vez has oído hablar de la paradoja de Salomón? Dice la teoría, comprobada por las investigaciones recientes, que las personas tienden a razonar más sabiamente sobre los problemas de otras personas que sobre los propios. ¿Se siente familiar, verdad?
En los experimentos en la Universidad de Waterloo, un grupo de participantes imaginó que su pareja los había engañado, y el otro grupo imaginó que su amigo había sido engañado por su compañero. Luego, ambos grupos completaron un cuestionario destinado a medir el razonamiento sabio sobre la situación: la capacidad de tomar las perspectivas de los demás, reconocer los límites de los propios conocimientos y ver muchas soluciones posibles. ¿Y qué encontraron? El grupo que imaginó a su amigo siendo engañado obtuvo una puntuación más alta en todas estas medidas de razonamiento sabio, aparentemente más capaz de razonar sabiamente y tomar buenas decisiones sobre la situación que aquellos que se imaginaron en esa misma situación. Pero luego los investigadores cambiaron el experimento y encontraron algo inesperado, y prometedor.
En el experimento revisado, el grupo que se imaginó a sí mismo siendo engañado se dividió en dos grupos. Los primeros imaginarios que fueron engañados desde una perspectiva típica en primera persona, se hicieron preguntas como, “¿Por qué me siento de esta manera? ¿Cuáles son mis pensamientos y sentimientos sobre esto? “Pero el otro grupo pensó en ser engañado desde una perspectiva en tercera persona, como si estuvieran mirando a sí mismos y a su relación. Hicieron preguntas sobre ellos mismos en tercera persona, como, “¿Por qué él o ella se siente de esta manera?” Y esta estrategia de auto-distanciamiento funcionó notablemente bien. Aquellos que pensaban en la situación desde la perspectiva de una tercera persona obtuvieron el mismo puntaje en la prueba de razonamiento sabio que aquellos que pensaron en engañar a su amigo.
Entonces, un truco para tomar mejores decisiones es pretender que se está tomando una decisión para una tercera persona, un amigo quizás, o que se encuentra “observando” su vida. ¡Es necesario tomar la distancia del observador objetivo por un momento!
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